3/2/14

Entrevista a Rosa Peñasco, autora de Mi Madre-Niña

¡Hola Bloggerizados! Hoy os traigo una entrevista.

La entrevistada es Rosa Peñasco, autora de diversos libros, entre ellos, uno que reseñamos hace muy poquito: Mi Madre-Niña (si hacéis click sobre el título iréis a la reseña). Es un viaje al corazón del Alzheimer, a la esencia de uno mismo. Desde Bloggerizados, le agradecemos muchísimo el tiempo que se ha tomado para responder a nuestras preguntas.

¿Queréis leer la entrevista? ¡Voilà!






1. ¿Imaginaste en algún momento que la escritura llegaría a ser uno de tus oficios?

Es que para mí ni es un oficio, ni una afición o un hobby: como creo que para cualquiera a quien le haya caído en suerte “la cruz” de la creatividad, escribir es una necesidad, un sentimiento, una forma de latir. Además, como mi escritura es muy compulsiva (quiero decir que como algo me conmocione por dentro, ya he aprendido que la musa no me va a dejar en paz hasta que no lo saque fuera y al precio que sea), escribir también es una forma de bucear por las emociones y por la psique humana, entender muchas contradicciones –empezando por las mías-, ponerme en la piel del otro, hacer un trabajo personal profundo, tener empatía… En fin: escribir así es de locos, pero esta locura de intentar entender todo y a todos, me parece un maravilloso viaje hacia la cordura porque lo loco, en mi opinión, es que seamos “cajas de Pandora”, cerradas a cal y canto, con un montón de matices y registros que negamos y nunca nos atrevemos a descubrir: si el Universo nos ha regalado riqueza emocional y vital, ¿por qué no conocerla, vivirla, aceptarla y disfrutarla?

2. ¿Cuándo comenzaste a escribir? ¿Te sientes vinculada con el concepto de ‘escritora’?

Si el concepto de “escritora”, se asocia a la mujer que escribe, soy escritora, sin más, porque nunca he dejado de dibujar letras. Pero si el concepto se asocia a escritos por encargo, premios pactados de antemano, productos de marketing, índice de ventas y todo ese teatro, estoy muy contenta de no serlo.

Respecto a la pregunta ¿cuándo?..., la respuesta sería: ¿y desde cuándo no? Te lo digo porque escribo desde que tengo memoria. Recuerdo mi cartera infantil llena de cuentos y cuadernos y guardo algunos escritos del año de… Desde niña, igual que era hiperactiva, la introspección para leer y escribir formó parte de mí con la misma fuerza. En mi casa lo sabían y me compraban cuadernos y diarios, además de cuentos para canalizar no sé sabe qué. El problema es que también desde muy pequeña, odié las fábulas y los cuentos con moralina porque no soportaba que nadie me contara una historia a cambio de imponerme la conclusión: si el cerebro es mío –decía-, ¿por qué este afán en decirme lo que tengo que pensar?

Pero, ¿sabes? La mayor rebeldía literaria e infantil que recuerdo, es que mi rechazo a los cuentos con moralina se hizo muy fuerte después de leer “La cigarra y la hormiga”. Me pareció una injusticia terrible, el hecho de que todos dieran de lado a la cigarra sólo porque era diferente y tuvo el valor de desarrollar su gran habilidad, que era cantar (hoy en día lo llamaríamos mobbing). Además, pensé que ese mundo que me vendían como perfecto, no me gustaba nada de nada: las hormigas, clónicas y aburridas, en vez de valorar y agradecer a la cigarra que les alegrara sus grises vidas dándoles color y sacándolas de su aburrimiento, la eliminaban por tener creatividad y negarse a ser otro clon como ellas. ¡Como la vida misma!

3. “Mi Madre-Niña” surgió en un principio como un desahogo para mostrar los sentimientos tan profundos que sentías por tu madre. ¿Crees que puede ayudar a otros cuidadores y familiares tu experiencia?

Más que por los sentimientos profundos hacia mi madre, que supongo serán muy comunes en la mayoría de los casos, creo que surgió por el tremendo caos, típico del alzhéimer: se habla muy poco de cómo los cuidadores debemos hacer varios duelos. El primero, surge cuando tras mucho ir y venir, asumes por vez primera que la persona que está ahí, jamás volverá a ser como fue: es quizás el más duro porque el ser que amas, sin dejar de estar, ya no ejercerá jamás de madre o de padre. Después, cuando el alzhéimer infantiliza cada vez más al enfermo, hay que asumir un peculiar cambio de roles porque aún teniendo madre o padre, nunca te relacionarás con él o ella como siempre, sino que desarrollas un instinto de protección increíble, justo cuando esa persona también ha pasado a ser tu hijo o hija. Pero el colmo llega cuando todo se termina, ya que este duelo, que no deja de ser un proceso natural vivido desde siempre y por todo el mundo, en el caso de los cuidadores es, muchas veces, caótico: por un lado puede liberar –sobre todo en el caso de enfermos terminales-, pero por otro es confuso porque en realidad, te cuesta saber si la persona que ha muerto es tu padre o madre o tu hijo-a. Si a esto le unes que en los últimos años, un cuidador ha dedicado casi toda su vida al enfermo, cuando muere se queda vacío, extraño y con la sensación de que le falta una parte de él mismo. Todo esto hay que colocarlo, regenerarlo, entenderlo y no taparlo. Y para conseguirlo, creo que es fundamental entender cómo es y cómo funciona el alzhéimer, pero no desde el punto de vista médico, sino emocional y vivencial: el alzhéimer es experto en mezclarlo todo para burlarse del reloj, de lo establecido, de los árboles genealógicos, de las estructuras, de las etiquetas, de los roles... Entender esto, es una buena manera de comprender por qué lo que ves no es y por qué lo que no ves, sí es.

He intentado plasmar todo esto en el libro, buceando por las emociones tanto del enfermo como del cuidador, por las etapas de la enfermedad, por los aciertos, errores, soluciones, terapias… Y por las reacciones que está despertando el libro, creo, modestamente, que puede estar ayudando a los cuidadores, simplemente porque se identifican, aprenden a valorarse “descosificándose”, dejando de sentirse trituradores de purés y cambiadores de pañales y hasta llegar a entender mejor esta enfermedad tan loca para el cerebro pero a veces tan cuerda para el corazón. Jamás pretendí hacer un libro de autoayuda, pero si el texto puede ayudar a otros, ¡bienvenido sea! La razón es muy sencilla: el libro está escrito sin imposturas y sí a corazón abierto. Cuando esto es así, desde el corazón y no desde las corazas, derriba las corazas hasta llegar al corazón de quien lo lee.



4. En tu obra vemos las terapias alternativas que utilizabais para ayudar a Rosita, ¿crees que deberían revisarse las terapias actuales?

Lo que quizás deberíamos revisar es nuestra forma de entender el concepto de persona. Sanos o enfermos, no sólo somos cuerpo: es cierto que es necesario comer, vestirnos, abrigarnos y, en definitiva cuidar el aspecto físico del ser, pero además de físico, también tenemos mente, emoción y espíritu: el siglo XXI nos incita a ser SERES integrales y no personas amargadas por la amputación de uno de los cuatro aspectos esenciales del ser. Y es ahí, en el cultivo de la emoción, la mente o el espíritu, en dónde intervienen terapias alternativas maravillosas que, después, redundan en beneficio del cuerpo: desde la música, la plástica, la aromaterapia, la terapia asistida con animales y hasta nuevos avances en robótica. ¡Son casi infinitas y están en ebullición constante!

5. ¿Qué opinas de la utilización de animales como parte del proceso terapéutico en los enfermos?

Que es todo un acierto, constatado además científicamente. ¿Sabes? Hay especialistas que han denominado a las mascotas “amigos medicinales”; de hecho, no me parece casualidad que el perro sea el mejor amigo del ser humano o que el lazarillo de los ciegos, también sea un perro. Se ha comprobado que, en el caso de alzhéimer (por eso hay muchos centros de día que utilizan las mascotas como terapia), el contacto con perros es bueno física y emocional y psicológicamente para el enfermo. Sólo hace falta que los animales que nos hacemos llamar “racionales”, seamos razonables de verdad y respetemos a otros animales, que además están aquí para enseñarnos muchas cosas importantes, como el amor y la lealtad incondicional, el cuidado, vivir el momento presente y la alegría constante: ¡puro hemisferio derecho del cerebro!

6. Sin duda, el cariño que sentíais por vuestra madre era inmenso, ¿de dónde sacasteis las fuerzas para aguantar todos los años de sacrificios, terapias y cuidados constantes?

De donde las saca cualquier cuidador, que es el gran héroe del alzhéimer: del amor al enfermo, con la ventaja de que mi madre, además, era una “enferma fácil”, que nos hacía reír de lo lindo, que pensaba que “todo el mundo era amor”, hasta el punto de que en AFA, le pusieron una banda con el título de “Miss Amor”, así que, ya ves: me siento feliz, orgullosa y divertida por ser hija de “Miss Amor”. Personalmente, no sólo creo que saqué fuerza de ese amor, sino que cuando con el tiempo y después de muchos errores, se derribaron prejuicios, corazas, razonamientos o esquemas y me dejé fluir por la enfermedad, riéndome de los relojes, aceptando los cambios de roles y, en definitiva, aprendiendo a ver el alzhéimer con otros ojos, también sentí cómo ese amor rebotaba en mí y entre una y otra se hacía un círculo precioso. De ahí el youtube que hice para promocionar el libro (lo siento pero me encanta compartirlo con los cuidadores): “Volver al corazón, desde el alzhéimer”.

7. ¿Hay alguna parte específica de esta obra que te haya costado más trabajo escribir?

Sí. Ten en cuenta que, aunque hay de todo, el alzhéimer suele desarrollarse a lo largo de muchos años. Cuando estaba inmersa en la escritura de “Mi madre-niña”, recordando las etapas de la enfermedad, con sus puntos de tensión, los nuevos problemas, las dificultades, las terapias, las soluciones y etc., lo pasé mal recordando y escribiendo sobre el punto álgido del proceso. Tuvo lugar cuando, además del alzhéimer de mi madre, detonó la dependencia total de mi padre y ahí, sufrí en mi propia piel el verdadero caos que destapan estas situaciones: las familias se unen o se desunen, se sale a flote muchas veces compensando el escaqueo de algunos con el sobreesfuerzo y hasta la enfermedad de otros: ¡un mundo! Siempre he pensado que el alzhéimer aparece sin manual de instrucciones, aunque sea una enfermedad que nunca dejará de instruir y salpicar la vida de todos. Como mucho, te permite elegir si el vacío lo quieres vivir en el momento en que te ocupas del olvido, o después, aguantando a tu memoria por haberte olvidado del olvido.

Aquella tensión fue creciendo cuando murió mi padre y, además de reciclar la nueva realidad, que ya era dura de por sí, muchas veces me sentí impotente cuando mi madre, que no recordaba que había preguntado lo mismo mil veces, gritaba con dolor, ¡cada minuto!: ¿¿¿qué se ha muerto papá??? Y otra vez y otra y otra… Pero hasta pudimos salir del paso de esto, recolocar la situación y, siquiera por instinto de supervivencia, aprender a puentear los momentos de tensión. Además, el alzhéimer también me enseñó algo esencial: el enfermo podrá perder memoria, no racionalizará o explicará muchas cosas, pero no pierde el sentimiento de amor y la conexión de anímica que haya tenido con otra persona. Lo único que los demás debemos hacer es traducir la manera con la que el enfermo expresa sus sentimientos y emociones.

Pese a esta dureza, creo que el terrible momento de esta década de alzhéimer, vino cuando “alguien”, le atizó un golpe –se supone que sin querer- y acabó con la vida de su perrillo: después se escabulló, sin pedir perdón siquiera y sin intentar arreglar este gran daño porque, para un enfermo de alzhéimer, es muy grave perder la referencia-roca de la pareja de toda la vida para, al poco después, perder también la lealtad, el cariño y la alegría del amigo fiel que es un perro. A partir de ahí, nada volvió a ser igual, pero repito: el alzhéimer es un proceso muy largo, duro y difícil y hay de todo; sobre todo, hay diferente concienciación y sensibilidades ante la enfermedad, igual que las hay ante cualquier aspecto de la realidad.

8. ¿Cómo fue tu contacto con el mundo editorial?

Podría decirte que por pura chiripa y con una historia detrás bastante surrealista. Un día, “se coló” una emisora de coplas en el coche. Había escuchado la frase mil veces, pero ese día, no sé por qué, me llamó la atención lo de “sabes que tienes un hijo y ni el apellido le vienes a dar”. Pensé: “¡qué canalla el tío! Que le hagan una prueba de ADN y le pongan una demanda…” Después, la curiosidad (que no es por nada, pero me parece un elemento esencial a la hora de escribir), hizo el resto: busqué y rebusqué coplas y me quedé perpleja cuando vi que casi todas recogían un aspecto jurídico, aunque con el lenguaje visceral y desgarrador, típico de la copla (creo que analizar, entender y disfrutar los distintos tipos de lenguaje que existen para describir una misma realidad, también es algo que “nos pone muy cardiacos” a todos los escritores). Cuando me quise dar cuenta, había recopilado tanta información que disfrutando y fascinada todo el tiempo, escribí mi primer libro: “La copla sabe de leyes”. El ensayo le interesó a una editorial importante, lo prologó el querido Carlos Cano y tuvo bastante repercusión en ámbitos tan dispares como “The Times”: ¡qué cosas! ¡Y todo por casualidad!

9. ¿A quién le dedicaste tu primer ejemplar? ¿Recuerdas la dedicatoria? 

He ido dedicando mis libros a la gente que más quiero: “Mi madre-niña”, por ejemplo, además de a mi madre, por supuesto, o a los cuidadores y las Asociaciones de Familiares de Alzhéimer (AFAs), está dedicado a mi hermana “y al viaje al corazón que hicimos juntas con la excusa del alzhéimer”. Con el libro erótico “La sumisa insumisa”, además de dedicárselo a mi amor, me gustó decir “para que todas las almas, puedan salir de su alma-rio”. Y mi primer libro, “La copla sabe de leyes”, se lo dediqué a mis padres, que además los planté en la portada porque pillé fotos antiguas, de esas en las que los protagonistas tienen cara de solista de tango y de folclórica guapísima ataviada con mantilla. ¡Fue tremendo!, pero ahora tengo claro que la vida es una preciosa cadena compuesta de muchos eslabones porque si no hubiera tenido una madre melómana que cantaba todo el rato, no me habría fijado en el aspecto jurídico-pasional de la copla….

En general, me parece que poder recompensar y agradecer, es uno de los mayores placeres de un escritor. Pero, ¿sabes? La dedicatoria que más me gusta, ha pasado más desapercibida porque no es tan personal. Es la del cuento infantil “El corazón no sabe matemáticas” (BAM, 2001), y, literalmente, se la dediqué “A todos los corazones que se rompieron por no saber matemáticas, pero lograron entender que, a veces, hay que ser nada para llegar a SER. A esas vísceras dormidas entre el pecho y el hombro que un día despertaron del gran letargo y se convirtieron en CORAZONES auténticos, mágicos, enormes, alegres, libres y…, con MUCHAS GANAS DE TRABAJAR”. También ahora, echo la vista atrás y creo que los distintos matices del alma, siempre han estado directa o indirectamente recogidos en todo lo que escribo: ¿no te parece un viaje fascinante?

10. ¿Te gustaría agradecer a alguien en especial su apoyo en tu labor de escritora? 

Sí: precisamente a mi madre que, como madre, se dio cuenta antes y mejor que nadie de que necesitaba escribir. Ella, además de muy creativa, era una persona muy respetuosa con la intimidad y los momentos de cada cual. También a mi padre que, con veinte y pocos años y aunque fuera un armatoste que ya no utilizaba nadie, me regaló su antigua máquina de escribir portátil, en una especie de ritual improvisado en el que dijo –y me emociono al recordarlo-: “para una futura escritora” (guardo ese objeto como un tesoro). Los recuerdo con un amor infinito y muchísimo respeto, precisamente por amar y respetar.

11. Probablemente hayas tenido días en los que pensaras que lo mejor hubiera sido abandonar tu labor como escritora, o que todo lo que habías escrito era una pérdida de tiempo, ¿qué has hecho para combatir ese ánimo?

 Te vas a reír, pero recuerdo que en el año 2006, harta de las cortapisas y ciertas peculiaridades del mundo editorial, llegué a pensar: este muro es muy gordo y tiene demasiados padrinos, así que yo, que soy huérfana literaria, o tiro la toalla y dejo de escribir (¡ilusa de mí porque quien escribe nunca podrá dejar de hacerlo!), o escribo una bomba para derribarlo. No fui muy consciente, pero cuando me quise dar cuenta, estaba investigando en el mundo sado, intentando entender “otra mezcla de roles”, aunque esta vez era el de Amos-as y Sumisos-as y cómo muchas veces, quienes en la vida real se comportan de una forma, en su intimidad compensan “actuando” con la contraria. En fin: ¡una auténtica puesta en escena que, en ocasiones, no es más que una lavadora del alma! Como no entendí nada, comencé a escribir, que es como recoloco las cosas, y me inventé un personaje con ánimo de llevarlo, poco a poco, por todos esos rincones que estaba descubriendo. Así surgió “La sumisa insumisa”, que cumplió su función de derribar aquellos muros porque con esta novela, en el año 2006 gané el “Premio de Novela Ciudad de Irún”. Después lo editó Suma de Letras en España y en México en 2008 y ahora, con el tirón de Grey, se ha reeditado varias veces, también en bolsillo y e-book. .



12. Como esta web, es una comunidad blogger, ¿qué le recomendarías a todos aquellos que están pensando en hacerse bloggers, o a los escritores que se plantean comenzar con su novela? 

Soy muy poco amiga de recomendar o dar consejos: me va mucho más lo del “vive y deja vivir”. Sin embargo, sí creo importante entender que escribir es viajar, dejarse llevar por los confines del alma, morir y renacer en el sentido de que la obra no es de quien la escribe, que no ha hecho más que ser quien ha captado “una inspiración”. Es bueno para el ego, desapegarse del trabajo, sintiéndote un medio para ese fin. También creo que es necesario aprender de todos, pero sin compararnos con nadie: siempre habrá gente que escriba de una manera u otra, y es constructivo comprender que cualquier manifestación creativa merece un respeto, con independencia de que conectemos con ella o no. Ah!, y tomarse las críticas con filosofía, entendiendo que no tenemos que gustar a todo el mundo, igual que no todo el mundo nos gusta a nosotros.

3 comentarios:

  1. Alex. Soy Rosa. Mil gracias a ti. Un beso y ánimo con lo que te traes entre manos. Espero que la musa no te deje en paz. Jajaja.

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  2. Me estoy leyendo tu libro y rezuma sentimientos en todas y cada una de sus frases. Es casi poético. No solo te desnudas frente a tu público, sino que desnudas a tu madre, a tu hermana, a todos los que te han acompañado en este viaje al corazón y a la estratosfera del alzheimer. Enhorabuena por todas estas enseñanzas. Nos enseñas a vivir con la enfermedad, con el enfermo, con el cuidador y con todo aquello que rodea esta circunstancia. Nos enseñas también a hacer un duelo en condiciones, con esta carta póstuma a tu madre que es el libro. Espero poder contribuir a su divulgación. Estoy en ello.
    Rosario Alises, de Villarrubia de los Ojos

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  3. Hola Rosario:

    Soy Rosa Peñasco y quiero agradecerte tu comentario. De verdad, que para mí es un honor que gente como tú legitime este trabajo. Además, ya sabes que soy yo la que siempre va a estarte agradecida... Un beso.

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