21/10/14

El hombre de la chistera



El sol salía como todas las mañanas mientras irradiaba sus suaves destellos sobre la acera mojada. No era un día más, o por lo menos eso parecía indicar la aglomeración de jóvenes en frente del banco del parque.

Entre todas las cabezas expectantes se alzaba la de un hombre que vestía una chistera. La chistera no tenía nada de especial, era azul marina y redondeada, como un cono. Como vienen a ser todas y cada una de las que puedes encontrar en tu tienda más cercana. Sin embargo, aquel hombre tenía algo especial. Sinceramente, no sabría deciros cuál era la razón de su magnetismo. Podría ser el fino cabello blanco que asomaba bajo su sombrero cubriendo su oreja derecha como si fuese la única parte de su cuerpo que tuviese frío, o quizás la frondosa barba que cubría las señas que el paso del tiempo habían dejado sobre su rostro. No. Definitivamente no era eso. Se trataba de sus ojos. Verdes, profundos, parecía que cuando se posaban sobre tu ser estaban analizándote por fuera y por dentro. Tu pasado y tu futuro.

Tal era la atracción que irradiaba que yo mismo acabé acercándome. Algo por dentro me pedía conocer al hombre de la chistera. Quería saber quién era y que hacía aquí, que estaba contando a todos esos niños excitados. 

Al alcanzar su lado quedé aún más atónito. Tenía en sus manos un pequeño… No sabría decir que era lo que tenía. Parecía un artefacto negro. Se trataba de una pequeña caja cuadrada sin nada en su superficie más allá de un pequeño contador de color azul brillante.

Cuando quise preguntarle que significaban los números sus ojos penetraron en los míos. Su mirada alcanzó mi mente y me dejó de piedra. Me quedé paralizado. Sentía como ese halo verde penetraba en mi cabeza y revolvía mis ideas. Cuando por fin encontré el valor para volver a ser yo sabía que era tarde. Sabía que cualquier cosa que pudiese preguntar él la esperaba. Conocía quién era yo.

Aún así decidí lanzarme. Decidí preguntarle que significaban esos números y por qué estaban avanzando tan deprisa. Entonces, por primera vez desde que me había aproximado, deshizo la fuerte presión que su mirada estaba ejerciendo sobre mí y me contestó tan bajo que llegué a creer que ese sonido solo era audible dentro de mi cabeza.

Amigo, ese contador muestra justamente lo que no estamos haciendo aquí. Esos números significan el tiempo perdido por la humanidad. Desde las horas que pasáis preocupándoos por tonterías a las que desperdiciáis cabreados los unos con los otros sin ningún motivo. Las personas son personas. Disfrútalas, ámalas y cuídalas. Es el verdadero tesoro de la vida.

Sois como sois. No intentéis cambiaros, ya que yo me enteraré. Este reloj aumenta su velocidad cada vez que cambiáis para los demás. Cada vez que aparentáis ser lo que no sois. Cada vez que no lucháis por lo que queréis.


No soy más que un hombre con una chistera. Vengo a prevenirte, pero nunca a dirigirte. Te aviso de tu tiempo malgastado ya que no puedo convertirlo en recuperado. Aún tienes tiempo. Aprovéchalo. Rápido. Ya se pone el sol…

No hay comentarios:

Publicar un comentario